lunes, 17 de mayo de 2010

Llanto por la muerte de un perro (Abigael Bohorquez)

Hoy me llegó una carta de mi madre
y me dice, entre otras cosas: –besos y palabras-
que alguien mató a mi perro

“ladrándole a la muerte,
como antes a la luna y al silencio,
el perro abandonó la casa de su cuerpo,
-me cuenta-,
y se fue tras de su alma
con su paso extraviado y generoso
el miércoles pasado.
No supimos la causa de su sangre,
llegó chorreando angustia,
tambaleándose,
arrastrándose casi con su aullido,
como si desde su paisaje desgarrado hubiera
querido despedirse de nosotros;
tristemente tendido quedó
-blanco y quebrado-,
a los pies de la que antes fue tu cama de fierro.
Lo hemos llorado mucho...”
Y, ¿por qué no?
yo también lo he llorado;
la muerte de mi perro sin palabras
me duele más que la del perro que habla,
y engaña, y ríe, y asesina.
Mi perro siendo perro no mordía.
Mi perro no envidiaba ni mordía.
No engañaba ni mordía.
Como los que no siendo perros descuartizan,
destazan,
muerden
en las magistraturas,
en las fábricas,
en los ingenios,
en las fundiciones,
al obrero,
al empleado,
al mecanógrafo,
a la costurera,
hombre, mujer,
adolescente o vieja.

Mi perro era corriente,
humilde ciudadano del ladrido-carrera,
mi perro no tenía argolla en el pescuezo,
ni listón ni sonaja,
pero era bullanguero, enamorado y fiero.
A los siete años tuve escarlatina,
y por aquello del llanto y el capricho
de estar pidiendo dinero a cada rato,
me trajeron al perro de muy lejos
en una caja de zapatos. Era
minúsculo y sencillo como el trigo;
luego fue creciendo admirado y displicente
al par que mis tobillos y mi sexo;
supo de mi primera lágrima:
la novia que partía,
la novia de las trenzas de racimo y de la voz de lirio;
supo de mi primer poema balbuceante
cuando murió la abuela;
el perro fue en su tiempo de ladridos
mi amigo más amigo.
“Ladrándole a la muerte,
como antes a la luna y al silencio,
el perro abandonó la casa de su cuerpo
-dice mi madre-
y se fue tras de su alma –los perros tienen alma:
un alma mojadita como un trino-
con su paso extraviado y generoso
el miércoles pasado...”
Ay, en esta triste tristeza en que me hundo,
la muerte de mi perro sin palabras
me duele más que la del perro
que habla,
y extorsiona,
y discrimina,
y burla;
mi perro era corriente,
pero dejaba un corazón por huella;
no tenía argolla ni sonaja,
pero sus ojos eran dos panderos;
no tenía listón en el pescuezo,
pero tenía un girasol por cola
y era la paz de sus orejas largas
dos lenguas
de diamantes.


(Abigael Bohorquez)

jueves, 10 de septiembre de 2009

Alfarera avispa




Ni el ánfora de arcilla
o la caja de cartón...
Qué torpemente inútil resulta
una lata en la vereda,
la vereda.
Ese monedero que agitan en la esquina,
la esquina
la moneda
Qué manera de llevar tortura,
la tortura.
Pero aquel nido de barro
ese vuelo de ala en tierra
con ácaros en piel
con polen y raudas nervaduras

es pura avispa poesía
la inquietud
de ponerle bellas alas
a lo que bellamente antes
de tu vientre no tenía.

jueves, 28 de mayo de 2009

¡Qué garbo se pone el cielo!










langosta se pone el cielo
un brote de incalmas nubes
ensanchas su tormenta

cómo sonaría el festejo de un unísono eclipse
rompiéndonos los ojos con sus verdes quijadas
en todo el mundo,
en todo el mundo.



Plagas dices?

Qué hay de los ríos represados
de los talados y los extintos

Omnívoro hombre
qué decir de las plagas
que pliegas en tu aliento.





Dancizo Toro

lunes, 4 de agosto de 2008

Acetabularia acetabulum



I

Súbeme
a tu sombra de alga,
a escampar en las horquillas
eclipsales,
coralinas,
de tu glauca célula emergida.

II

¡Viento de cristalinos!
de muy acendradas sales
súbeme a su sombra radiada
y obligame al convexo de su manto
o fúndeme sus pies a la superficie,

III

Que ando por los astros sin corriente ni memoria.

Dancizo Toro

martes, 20 de mayo de 2008

Guárdate de las ciencias


Guárdate de las ciencias,
que muy a pesar de su nombre,
¡sí hay esporas malditas!
Surgen, resurgen en tus dedos pendientes
y miras
y escuchas
y ríes con las murmuraciones ajenas
que no serán ya más las de tus hojas de otoño.

Ya no serán las garbas,
ligeras y pendientes
antenas capaces de hacer con el sol el perfume de tu pelo.

Mujer,
Guárdate de las ciencias.
Toma aire, bríndate a mis raíces.
Dancizo Toro

miércoles, 25 de julio de 2007

Reloj de algas

¿Quién?
Entre silicios pudiese estar acurrucado de inmortalidad,
y no perdido en el discurrir de un reloj de arena.
Adornarse de laberintos, de asterismos y flores nunca vistas.
¿Quién?
Las algas de tus mares,
los diosesillos de tus rios,
caprichozas, inverosímiles, bellezas
que permanecerán en las playas
y jugarán a montañas,
entretenidas en miriadas de generaciones
que seguirán haciendo castillos en la playa
.
Dancizo Toro

sábado, 21 de julio de 2007

Tu rastro en la noche espesa (Lampyris noctiluca)


No te apagues de risas,
tu gracilidad no se extinga de luminiscencia, ni tu abdomen de perla,
por ocultarte entre los arrebatos de esta ciudad maldita.

No te apagues de sueño, de pureza en el mirar no te extingas.
Pero si sucediera y en el peor de los casos te disfrasaras de bruma,
mantén simpre tu escencia de fuga,
que lameré tu rastro por noche espesa.




Dan Taurús

jueves, 19 de julio de 2007

La trompeta de los muertos (Craterellus cornucopiodes)

No te detengas a escuchar las marchas fúnebres de los hombres. Llegará un dia de idilio, por los húmedos bosques, en el que encontrarás la trufa de tus pobres apetitos, una cornucopia en donde larva alguna encuentra lugar de querencia y escucharás su tremolina de muerte, acompañanda de un fresco olor a ciruela, y sabrás que inevitablemente se trata de ti.

Dancizo Toro

lunes, 16 de julio de 2007

Mientras, medias entre mitades

Mientras medias entre mitades de sueño,
entre fracmentos de nubes,
no olvides recortarte las lágrimas,
pulirte los miedos y cantar como si fueses lluvia.


Dancizo Toro

Pretextos


Dos juegos alternos,
revolución de razas dorsales
y un vientre razando humedades
que volverán ha ser las mismas gotas de mi frente.

¿Cuanto? Preguntas amigo mío,
... solo dos juegos y nada más.



Dancizo Toro